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En mi colegio, cada año se celebraba algo llamado “Expo-Ciencia” en donde todos hacían trabajos científicos desde los mas pequeños que todavía jugaban con plastilina y sus papas los ayudaban a hablar de los “dinosaurios” hasta los mas grandes que desarrollaban un proyecto de robótica Cuando me encontraba en 4to grado, recuerdo que mi exposición era sobre las plantas y el papa de una compañera del grupo nos ayudo. Tomamos muestras de la tierra del colegio para determinar que podía crecer allí.
Lo divertido de la expociencia es que, una vez que pasabas el susto de exponer (nunca se me ha dado fácil hablar al frente de muchas personas), podías pasear y ver los demás stand de los demás grados, sobretodo porque regalaban muchas cosas, caramelos, galletas, trípticos y algunos tenían otras cosas que ofrecían de acuerdo al proyecto. Recuerdo que habían unos alumnos mayores que yo. Tenían unos envases envueltos en papeles de colores que me llamaban muchísimo la atención No podía evitar mi sentimiento de tener uno de esos potes con colores, me fascinaban. Lamentablemente no los estaban regalando, eso me deprimió y regrese a mi salón en donde seguí con la exposición de la tierra.
Me asome en la ventana de mi salón, desde allí se veía el patio del colegio que era un terreno árido y sin nada de vegetación con una montaña al fondo. A un lado, había un jardín sembrado por los alumnos mas grandes, el cual era su proyecto de expociencia, sembraron rosas y muchas flores bonitas. A las dos semanas, todo lo que habían sembrado se murió, debieron hacer el respectivo análisis que hicimos mis compañeras de clases y yo. Una vez terminado el día pase por el salón de los alumnos grandes con sus envases de colores… LOS ESTABAN REGALANDO a todos los que pasaban por allí se los daban, yo fui feliz a reclamar el mio y me lo dieron sin decir nada. Como buena niña y siendo lo que siempre se acostumbraba en las fiestas cuando regalaban tortas o cotillones, dije mi frase celebre “me podrían dar otro para mi mama” Los muchachos se miraron y se murieron de la risa, vieron que yo me quede quieta, preguntándome que era tan chistoso. ¿Acaso me estaba propasando al pedir otro? Al terminar de reírse, me dieron mi otro envase de colores, ese era rosado y me marche feliz. Al quitarle el papel en el que estaba envuelto, pude apreciar que la etiqueta decía. “Shampoo para piojos”.
Desde muy pequeña, siempre me ha gustado escribir. De niña escribía poemas y canciones. Soñaba con la llegada de el príncipe azul montado en su valiente corcel, vestido de su brillante armadura y que me rescataría de mis aposentos y juntos cabalgaríamos hacia el ocaso y seriamos felices para siempre. Toda esta pendejada la tienen la culpa las películas de Disney que nos vendieron una idea completamente falsa a todas las niñas que vimos la Cenicienta. NO EXISTE EL HOMBRE PERFECTO. Durante mi adolescencia (todavía creo que lo soy pero cuando era mas joven). Tenia problemas conflictivos de identidad como cualquiera, insegura, típico cuento de una joven adolescente que ansiaba a su primer novio que le cantaría canciones de Alejandro Sanz a la luna llena con una guitarra en la mano y le daría su esperado “primer beso”. Siempre fui muy romántica y muy cursi, esperando al hombre que me hiciera feliz. ¡QUE RIDICULA ERA! ¿No creen? Jajajaja hoy en día me hacen eso y me pueden hacer vomitar por el exceso de dulce y pegoste (a menos que sea el propio Alejandro Sanz).
Navegando por las cosas viejas que tengo en mi computador consegui esta foto de unas vacaciones en la ciudad de Merida, Venezuela. Me encanta y la quise compartir con ustedes.
El sr de las grandes gafas es mi papa, el que llora es mi hermanito. mi hermana es la que se esta riendo y yo soy la de franela rosada jejejje. ¿que tal? ¿mucha diferencia desde ahorita?
Aqui pongo las fotos mas comicas de toda mi experiencia en el bachillerato jajajaja. los quiero muchachos!!!
Desastre Total 